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Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca ruega que sea largo el camino...

Viaje: viene del latín viaticum o financiación para el viaje, que en el pasado era una cosa muy importante para aquellos que partían en un viaje; entonces, en el presente asumió el significado de “Camino”, de cómo llegar de un lugar a otro, locales que están lejos entre sí. (Diccionario etimológico)

Franca Severini

Cuando se le preguntó de dónde venía, Sócrates no respondió de Atenas, sino del mundo.

Un viaje, de viaje: ¿Quién no ha soñado en viajar, conocer otros nuevos países, nuevas personas, nuevas costumbres. Viajar es inherente a la esencia del hombre, así como el conocimiento es intrínseco al Ser. El objetivo puede ser establecido o hasta mismo indeterminado, pero lo que permanece constante es el impulso inconsciente de explorar el mundo, lo desconocido. Viajes, sean por trabajo, diversión, exploración o hasta éxodos causados por la pobreza, guerras o desastres, todas contienen una clave para el significado de la vida.

La mayor parte del tiempo, en el acto de viajar, la pregunta más común esta relacionada para donde, mucho menos en cómo, casi nunca a la razón de nuestra ida.

Por otra parte, el arte de viajar presenta una serie de cuestiones que son todo, menos triviales, y cuyo análisis podría contribuir a la comprensión de lo que los filósofos griegos expresaban con la palabra eudaimonia o felicidad.

 

PARA MENCIONAR SÓCRATES UNA VEZ MÁS, èl creía que la eudaimonia estaba directamente relacionada con la paz interior como el resultado de un comportamiento racional objetivado por la virtud.

Entonces, si nuestra existencia tiene por objeto la búsqueda de la felicidad, sin duda pocas cosas mejores que viajar pueden revelar las características de éste empeño.

Dando un salto a la edad contemporánea, el gran escritor y dramaturgo americano Cormac McCarthy, en Beyond the Border (Más allá de la Frontera), define el viaje con estas palabras:

“En último análisis, el camino de cada hombres es el camino de todos los demás. No hay viajes separados, porque no hay hombres separados para hacerlas. Todos los hombres son uno y no hay otro que decirle.”

 

Y RETORNANDO AL PASADO HACE MÁS DE UN SIGLO, en Francia del siglo XIX, tenemos abundantes evidencias de cómo los viajes eran, para muchos artistas y escritores, el significado de la propia vida.

Allá, todo es sólo el orden y belleza,

lujo, calma y voluptuosidad.

Invitación al Viaje, Charles Baudelaire

 

Charles Baudelaire nació en París, en 1821, y desde muy joven mostró cierta incomodidad con la “vida diaria”; él soñaba en viajar, ir para tierras lejanas, para un lugar donde el espíritu pudiese encontrar la paz.

Baudelaire consideraba fantasías de viajen una marca de distinción de las almas nobles que él llamaba de “poetas”... almas incapaces de sentir la alegría en la vida cotidiana, aunque consciente de las limitaciones de otros lugares y países, y cuyo temperamento oscila entre la esperanza y desespero, cinismo e idealismo infantil. Este era el destino de los poetas, como en el caso de los peregrinos cristianos, de vivir en un mundo degenerado sin sacrificar la visión de un reino alternativo, menos comprometido. Un detalle notable en la biografía del poeta francés: Baudelaire siempre sintió una fuerte atracción por los puertos, estaciones de tren, muelles, trenes, barcos y cuartos de hotel, porque él sentía más la paz en lugares de mucho tránsito que dentro de las paredes de su casa.

Por ejemplo, en Paris, durante los peores momentos de la opresión el mundo parecía “ aburrido y miserable”, él se levantó y partió “solo para ir”, hasta algún puerto o estación y sentirse finalmente libre y exclamar para sí mismo:¡

Llévame lejos, Oh tren! ¡Por favor llévame fuera, oh buque!¡

Tan Lejos! ¡Lejos! Aquí el lodo es hecho de nuestras lágrimas.

O bien, las ansias de viajar se describe con sarcasmo, imaginando las historias de los viajeros que regresan de lugares remotos:

Nosotros vimos la arena y las olas,

también vimos las estrellas:

a pesar de los golpes, desastres, no planificados,

nosotros estamos aqui aburridos como antes.

 El Viaje, Charles Baudelaire

Baudelaire, admiraba no sólo los lugares de partida y llegada, sino también los medios de locomoción y transporte, especialmente, los transatlánticos de “encanto infinito y misterioso situado en la contemplación de un buque ...como un animal lleno de sufrimiento genial y exhalando todas las tristezas de las ambiciones humanas.”

Muy similar en nuestros días, esos sentimientos pueden producirse de los más impresionantes ejemplos de aeronaves, estas, también, “amplias y complicadas” criaturas hábiles de volar en los cielos apesar de su tamaño.

 

¿CUÁNTOS SEGUNDOS EN LA VIDA PUEDEN SER DEFINIDOS COMO INTENSOS Y EXCITANTES COMO AQUELLOS DE LA ASCENSIÓN DE UNA AERONAVE HACIA EL CIELO? El placer de despegue es subjetivo y complejo, pero también psicológico: La subida rápida de una aeronave es un símbolo ejemplar de cambios; un día, quién sabe, nosotros podemos incluso elevarse por encima de lo que siempre se cernía sobre nuestras cabezas.

Y nadie en la cabina, en medio de todas las informaciones abundantes comunicadas por la tripulación, que nadie mas lo anuncia “estamos volando arriba de las nubes”, una experiencia que Leonardo de Vinci, Poussin o Turner se hubieran quedado extasiado. Los vemos desde allá arriba en las aeronaves como entidades en constante movimiento, las nubes moviéndose tranquilamente: abajo de nosotros, amigos, colegas, familia, los lugares de nuestra existencia reducidos a pequeños rayas en la corteza terrestre; y aún, una vez más el poeta francés que capturó la esencia de esta experiencia.

 

 El Extranjero

 ¿Dime, hombre enigmático, a quién usted ama más?. A tu padre, tu madre, tu hermano o a tu hermana

“yo no tengo ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.”

Entonces, ¿a tus amigos?

“Usted usa una palabra que hasta ahora no tiene ningún significado para mí.”

¿A tu patria?

“Ignoró en qué latitud ella está situada.”

Entonces, ¿la belleza?

“Ella me encantaría de buen agrado, diosa e inmortal.”

¿El Oro?

“Yo lo desteto, así como tu odias a Dios.”

Entonces, extranjero extraordinario, ¿Qué es lo que amas?

“Me encantan las nubes - las nubes que pasan por allá bien lejos - las maravillosas nubes.”

 

Cuando emprendas el viaje hacia Itacaruega que sea largo el camino,lleno de aventuras, lleno de experiencias

.A los Lestrigones, a los Cíclopeso al feroz Poseidón, nunca temas.No encontrarás trabas en el caminosi mantienes elevado tu pensamiento y elevadala emoción que toca el espíritu y el cuerpo.

Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,ni al feroz Poseidón has de encontrar,si no los llevas dentro del corazón,si no los pone ante ti tu corazón.

 

Ruega que sea largo el camino.

Que muchas sean las mañanas de veranoen que - ¡con qué placer! ¡con qué alegría! -entres en puertos nunca antes vistos.

Detente en los mercados feniciospara comprar finas mercancíasmadreperla y coral, ámbar y ébano,y voluptuosos perfumes de todo tipo,tantos perfumes voluptuosos como puedas.

Vea muchas de las ciudades egipciaspara que aprendas y aprendas de los sabios.

 

Siempre en la mente has de tener a Itaca.

Llegar allá es tu destino.

Pero no apresures el viaje.

Es mejor que dure muchos añosy que ya viejo llegues a la isla,rico de todo lo que hayas guardado en el caminosin esperar que Itaca te de riquezas.

Itaca te ha dado el bello viaje.

Sin ella no habrías aprendido el camino.

No tiene otra cosa que darte ya.

Y si retornas pobre, Itaca no te ha engañadosabio como te has vuelto con tantas experiencias,habrás comprendido lo que significan las Itacas.

 

Konstantinos Kavafis

(Alessandria d’Egitto 29 aprile 1863 Alessandria d’Egitto 1933)

Traducido para el inglés por Edmund Keeley/Philip Sherrard

 

 

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